Me encantan las aspiradoras. Cuando estaba niña me encantaba ver cuando mi mamá o la sra de limpieza la sacaban y empezaban a aspirar. Me sorprendía como ese aparatico se llevaba todo el polvo y a pesar del ruido horroroso que producía yo la perseguía por toda la casa para ver esa magia de la aspiradora.

Parece ser que esa fascinación que tenía por ellas en mi niñez de alguna manera ha quedado en mi subconsciente (me gusta más llamarlo inconsciente) ajá, en el inconsciente y ahora se refleja en mi vida de otra manera: Relaciones tipo aspiradora.

No pasan 2 segundos del momento en que la relación se formaliza y yo ya me paso el switch a modo vacuum. O de repente mis parejas también han sido así y me llevan el juego... Es verse todos los días, hablar cada 5 min, llamarse cada hora, compartir hasta los momentos más ladillas... Y resulta que mis relaciones se convierten en ese aparato que tanto me gustaba, me succionan la vida haciendo un ruido horroroso. Y yo... Yo lo permito.


Hoy decidí que el Modo Vacuum se acaba. Que querer y amar no significa absorber y que tengo que compartir más conmigo, porque después termino en una bolsa en el depósito de la aspiradora junto al resto de las cosas que esta aspiró. Y creeme, si entras en esa bolsita, no tienes como salir.

Modo Vacuum OFF