Victoria siempre hablaba sola, se sentia mejor cuando el silencio la escuchaba que cuando sus amigas respondian. Caminaba por la calle hundida en sus pensamientos y buscando historias en los rostros desconocidos que se cruzaban con su mirada. Sin saberlo buscaba a alguien que no existia, que no tenia cuerpo, que no tenia nombre, que no tenia voz... Un día lo consiguió en sus pensamientos y sin pensarlo le dijo:
-Tu que no existes, puedes venir y hacerme feliz? Puedes ver mas alla de lo que tus ojos perciben y tus oidos escuchan? Puedes aparecer de la nada y cuando menos te busque para iluminar la oscuridad?
-Tu que no existes podrías ser la respuesta a lo que nunca supe que siempre quise. Podrías acariciar mi suspiros y endulzar mis palabras? Sino existes no respondas, no quiero tenerte en mi mente y luego perderte. Prefiero dejarte escondido en un rincon vacio de mi mente. Juro no te pensaré, al fin y al cabo no tengo cómo, no conozco tu voz, no conozco tu mirada, no conozco tus labios ni tu piel.
-Mejor no te pienso para no materializarte y luego desilusionarme. Prefiero que no existas. Y si existes... No. No existes.
Y así Victoria salió de sus pensamientos, camino por la calle y le puso nombre a quien no existía... Tú.