Pocas cosas me resultan tan terapéuticas como una copa de vino tinto y buena compañia. Hay algo en el vino, que despierta en mi, ganas de sumergirme en un plano lejano a las superficialidades y las hipocresías en las que vivimos diariamente, un plano en donde sólo estamos la copa, su contenido y yo en perfecta armonía.

El vino me transforma, me seduce... yo bajo la guardia y me dejo llevar por su color, por su sabor...

Aunque no estaría completo el momento sin la compañia adecuada. No hablo de un plan romántico. cualquier persona que se deje llevar por el momento y por la seducción del vino, y que decida acompañarme en mi plano de reflexión sirve.

Hace un tiempo atrás descubrí una alternativa a mi terapia de tomar vino bajo la luz de las velas. Escribir. Desahogarme mediante letras es mi nueva copa de vino, no busco reemplazarla, simplemente se presta para la reflexión tanto como mi apreciado líquido tinto.

Vino, cigarros, escribir. Mis 3 vicios.