Es increible como un café puede simbolizar tantas cosas: puede mantenernos despiertos, puede darnos abrigo a baja temperatura, puede simplemente acompañar el cigarro acostumbrado, y puede ayudarnos a cerrar un ciclo.
Tomando café he llegado a las conclusiones más importantes de mi vida, y es que llega el momento en el que sábes lo que debes hacer. Cuando estás encaminado en cuales deben ser los siguientes pasos a tomar, en donde al menos reconoces lo que NO quieres en tu vida.
En este tomar café y reconocer situaciones, llega otro momento más importante aún, el momento en el que te decides a hacerlo. Te decides a continuar a tomar decisiones, a cerrar las puertas que quedaron abiertas y a terminar de dibujar el círculo.
Entre estos dos momentos pueden pasar meses, años, para algunos décadas, quizá para otros es tan sencillo como dejar pasar un par de semanas. Yo debo admitir que soy de aquellas personas que se quedan en esa etapa un tiempo considerable. Soy de esas personas a quienes el miedo ataca de manera tal que paralizan cualquier impulso o cualquier reacción. Simplemente me quedo allí. Viendo como no soy felíz. Y no hago nada. Sólo observo y espero que todo mejore.
Pero como nada es eterno, un día respiras, tomas bastante aire, miras al frente y concluyes que el momento de reaccionar llegó, que fué suficiente tanto tiempo de sentirse amarrado a alguien, a algo, y es allí cuando tomas las riendas del asunto y decides empezar a hacer cambios radicales en tu vida.
Particularmente a mi me tocó por partida doble. Comencé un ciclo sin antes haber cerrado otro. Y me ví envuelta en tantos remolinos que creo que aún tengo el cansancio y el desgaste de esa sensación. Decidí muchas veces cerrarlos, pero la fuerza que tiene el pasado (inmediato o a largo plazo) para halarte hacia él es demasiado impresionante, es casi imposible lucharle en contra, o al menos así lo vemos en el momento en que nos empieza a arrastrar.
Cierto día uno se levanta y decide que va a asumir las consecuencias y adueñarse de su vida. Parte de todo esto es cerrar las puertas y ventanas que dejamos abiertas, y como cada quien hace las cosas a su manera, la que a mi me funciona es no dejar el más mínimo hilo suelto sin tejer, así el pasado no tendrá a donde aferrarse cuando quiera regresar.
Tomas valor, te llenas de fuerza y dices las cosas como son, y te sorprendes que logras decir todo lo que sentías sin soltar una sola lágrima, te sorprende como se siente tan liberador, tan ligero, tan reconfortante.
Tejer hilos sueltos puede funcionar diferente para cada quien, y depende de cada situación. Puede significar escribir una carta que no llegará jamás, mandar un mensaje y no solicitar respuesta, una llamada, una conversación, un café, un cigarro, un último encuentro íntimo o... nada. Puede que no necesites hacer nada.
Yo necesito tomar acciones, necesito cerrar la puerta con llave y devolverme a asegurarme que esté bien cerrada, necesito un candado, un final, una clausura. Siento que no hacerlo sería dejar una entradita de luz a tráves de la puerta, y siento que en la oscuridad, voltearé a verla a cada minuto pensando (y quien sabe si hasta deseando) que se abra nuevamente y llene todo de luz.
Espero que me permitan poner fin a este ciclo. El más importante de todos por lo que representó en mi vida haberlo abierto.
Espero la oportunidad de cerrar herméticamente esta etapa que estoy ansiosa por dejar atrás.
Un café. That's all.