¿Hasta donde llegamos?
9:31 PM
Soy feliz. No sé si termine el día igual y poco me importa. Ahora, en este instante, soy feliz.
Nunca me había considerado una persona impulsiva. Sin embargo últimamente me he descubierto haciendo cosas en el mismo momento que se me ocurren. Quizás por aprovechar el rush de la idea y no darle a mi cerebro el tiempo de conseguir excusas.
Hoy se me ocurrió la brillante idea de irme el próximo lunes a la oficina en moto, yo, sola. Recorrer media Caracas bien tempranito e irme vía caminos verdes hasta mi destino. Ese fue el plan inicial. Que permaneció intacto unos 5 minutos.
Afortunadamente conseguí un cómplice en el camino, que es de esos angelitos que Diosito pone a tu lado y bueno, me hizo el coro para ejecutar el plan en ese mismo momento ¿para qué esperar hasta el lunes?
Y así, casco y chaqueta puestos, me monté en mi moto y arranqué. Y me reí todo el camino.
Si tardé 30 minutos fue mucho. El día estaba precioso... Bastante calor pero soportable, o quizás era mi alegría que me hacía tolerarlo sin problemas.
Reí, sola. Confié en que podía y pude. Pasé al lado de la autopista riendo y con ganas de incorporarme en ella. Rodé, por una vía que he transitado mil veces y esta fue la vez en donde me pareció más linda.
Como se imaginaran mis relatos poco tienen que ver con la experiencia en sí. Esto pudo haber sido una postura de yoga que salió bien, una buena nota en un examen, una promoción en la oficina o cualquier banalidad. Esto no se trata del paseo en moto.
Se trata de que un día me dijeron que no podía, de que un día me dijeron véndela para que "salgas de eso", de que un día me ofrecieron dos lochas (que casi acepto) porque ¿Qué vas a hacer tú con esa moto ahí parada?, de que un día se rieron porque "que loca Daniela en moto", se trata de que un día, yo misma me cuestioné ¿cuál era el punto y el empeño en aprender a manejarla?, me dije que era absurdo, que era inseguro, que no podía, que no era sensato.
De eso se trata.
Llegamos hasta dónde creemos que podemos llegar.
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